Según pude ver, los hombres y mujeres y niños bajaron en silencio, de uno en uno, sin demasiado interés. El blandía su arma con imprecisión y nerviosismo. No gritaba. Era evidente que ese era su viaje inaugural. El chofer hizo un movimiento algo precipitado y él, sin más, disparó una vez... y otra vez. Salió ensordecido caminado hacia atrás. Un policía gordo y desganado, lo tomó por la espalda, le quitó el arma y lo llevó consigo. El chofer, murió minutos después. Los hombres, mujeres y niños se fueron en silencio, de uno en uno, sin demasiado interés. Una ambulancia trajo a quienes retiraron el cuerpo. La ciudad no se detuvo ni un instante, como siempre. Desde mi ventana, miré una vez más la avenida que se recaotizaba. Me dispuse a dormir, con la certeza de que tendría, un mal sueño.
Habitaré tibiamente tus entrañas para salirme y volverme minúsculo, incompleto, ínfimo. Llenaré de silencio los mares, cruzaré de lado a lado la tierra. Volveré mi vista una y otra vez, para descifrarte y encontrar el canal que me devuelva. Lloraré mis dudas. Me haré más en vientres extraños, para ver el ciclo y elucidarlo. Abdicaré. La tierra me hará suyo, y me abandonará en lágrimas y sudor el agua. El viento me llevará consigo a dispersarme en otros ciclos. El fuego flameará mi olvido. GOC.