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Omnisilente

Se que la canción está sonando porque mi piel vibra pero no la escucho. El cielo de este día parece para siempre y adivino verte aparecer detrás de una sombra. Siento la canción que no escucho porque la canción no ha terminado y suena. Quizás nunca vuelva a ser de noche, ni silencio de luz omnipresente y de canción interminable. La materia que es viva y enloquecida al oír tu nombre me arrebata los ojos. No lograré verte ni escucharé la canción hasta que deje de vibrar el cuerpo de mi cuerpo. Cierro definitivamente los sentidos para concentrarme hasta explotar desde la cicatriz del centro. Me muevo hacia todos los espacios de la casa y la canción suena y lo sé por mis manos que te buscan. La música sigue sonando y yo sin escucharla me recojo en pedazos y me voy juntando entre mis manos. No veo a quién canta la canción que no escucho pero se que sigue sonando entre las cortinas temporales. Nadie aparece de una sombra. Nadie aparece por una pregunta. Nadi
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Renacernos

Un día cualquiera para el inicio de todos los días nos caeremos al barro. Nos volveremos al barro y del barro nos reinventaremos para fundar oportunidades para saltar al otro lado y desde el otro lado renacernos. Un tiempo cualquiera para el reincio de los tiempos nos reinauguraremos en adelabios. Nos volveremos ademanes en la piel y del puro cuero crearemos un nosotros para antojarnos errantes para dejarnos llevar sin traernos y desde todas las distancias renacernos. No sabremos de saber, todo. No podremos de poder, todo. No renunciaremos de abandonar, todo. Desde nuestros confines oportunamente nos reiniciaremos para humanizarnos cuando lo salvaje ya no nos salve. Para humanizarnos desde el barro de agua y humus. Para caernos,  ¿ por qué no? Y renacernos.

Horrible esperanza

Sumido a la frescura más vital del ardor violento del olvido sobre la piel imaginando la existencia frágil dentro de este envase sin caducidad pero que vencerá de todas formas me propongo lavarlo con fuego ensuciarlo con nubes perfumarlo con aire infecto tocarlo con magia develada entregarlo a la desidia de ella enfermarlo con vicios al vicio liberarlo con mandarinas de estación y romperlo en una sola fracción. Me llevaré a caminar en la maleza guiado por la pura intuición de sus fronteras para que la naturaleza me explote en las tripas poniendo la confianza en el silencio de la sordera y la muda palabra que se ignorará a inconciencia para respirar hondo, orondo y sencillo al ritmo airoso de una canción desconocida cantada con pulso ausente para la danza de la furia enloquecida que enloquecerá furiosa y letal de cara al concierto íntimo de mis propias iras. El viento soplará bravo como sopla el viento en estas épocas de poco coraje que entre maldades

Para siempre

Creó con sus cicatrices un mapa trazando senderos que jamás recorrería y a tientas comenzó a caminar en el sentido contrario. Creó peldaños por los que no bajó ni subió a ninguna parte y al margen del relieve se elevó profundamente en la gravedad del caso. Se transformó intuitivamente tragando con voracidad despojos de sabios y regurguitó generosamente verdades sin rigores torpes. Salió saludando salud para mezclarse sin prejuicios entre tantos otros y no supo lidiar mansamente con los necios de lengua larga y espejos rotos. Los locos ausentes, repudiaron su presencia. Los cuerdos presentes, repudiaron su ausencia. Un día cualquiera una bala de solemne soledad lo mató para siempre.

Quizás mentiras

Siempre lo oculto, me surmerge en oscuridades enloquecedoras. Muchas veces mis ojos no dan crédito. Muchas veces mi mente se aprovecha de eso. Hay formas para el desvelo y acciones para elucidar pero los ojos de mi mente enloquecida tienden siempre a ahogarse en la densidad del silencio que sucede a sus -quizás- mentiras.

Salvamuertes

Casi siempre aquí y así  viendo como cada día se me muere una locura simulando dormirse en la normalidad de los otros. Como siempre aquí y así jalando de la conciencia una forma desconocida de pasar inadvertido en la normalidad de los otros. Ayer o casi ayer pude dibujar un río que llevaba hacia el mar una botella ilustrada y el salvamuertes de la normalidad de los otros. Hoy o casi hoy me miro como a un extraño como a un salvaje que ha quedado lejos de la civilización de mis barbaries y la de los otros.

Nada puede escapar

Hoy Buenos Aires amaneció pequeña, estrecha, atiborrada y fría. Sus veredas como cintas de cemento se escurren bajo mi pié quebrado. Desde una ventana esa mujer mira hacia mi, hacia mi cara en la calle. Hace frío y la pena cuenta tantas cuentas como la alegría y juntas yacen detrás de paredes que me tienen sin cuidado. Un niño corto de suelas se abraza a si mismo y juega al fútbol con una botella que rueda calle abajo y termina aplastada por un automóvil sin patente. En la próxima esquina está el café enfriándose en la mesa de un bar sin diarios. No tengo dónde ir y ella ha decidido no esperarme. Mi mente emite intermitencias y un silencio viscoso se apodera de aquello a lo que no puedo dar importancia. Miro la hora en mi reloj pequeño. Miro esta Buenos Aires pequeña y me siento grande, algo mayor, cansado. Pienso en que ya esta siendo hora de terminar con este asunto.