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Mostrando entradas de 2007

Nochebuena con amigos (3)

Lunes 24 y Martes 25 de Diciembre de 2007 El timbre sonó seis veces seguidas a las 19:55, empezamos muy bien. La puntualidad es algo que siempre hay que valorar. Tuve un pequeño inconveniente para encontrar las llaves y la ansiedad que ya tenía se multiplicó en un instante. Las encontré!. Los quince metros de pasillo que me separan de la puerta de calle, los hice sin registrar cómo, en mi cabeza sólo pasaban imágenes vagas de ellos, mis amigos que venían a pasar conmigo la nochebuena. No logré ni un segundo salir de un estado de excitación, que viéndolo con cierta distancia quizás fue exagerado. No importa eso ahora. Lo que importa es que cuando, por fin, abriera la puerta allí estarían, en el siguiente orden: Daniel Álvarez (DA), Enrique Sierra (ES), Pablo Bongiovanni (PB), Daniel Díaz (DD), Guillermo Pujadas (GP) y Adrián Calzone (AC). Un momento antes de abrir la puerta, eché manos a mi bolsillo para controlar que los sobres, estuvieran en ese mismo orden. Por suerte todo esta

Nochebuena con amigos (2)

Jueves, 20 de Diciembre de 2007 - Cuatro, siete, siete, uno… dos, siete, siete.. tres… No sé de donde me agarré ésta costumbre de ir diciendo en voz alta los números de teléfono mientras los marco. - Hola… - AMADO, Agrupación Mejores Amigos de Ocasión, buenas tardes!. –la voz del otro lado del teléfono era la de una mujer del estilo de las que atienden en las remiserías. - Perdón... cómo dijo?. –no había entendido la frase completa. - AMADO, Agrupación Mejores Amigos de Ocasión, buenas tardesss!. –la extensión de la ese, me hizo notar que era, además, algo impaciente. – Qué necesita?. - Mire, me dió éste número un señor que cuidacoches en el barrio de Belgrano. Llamo porque me dijo que podrían ayudarme a pasar una buena nochebuena con amigos. En realidad ni siquiera sé dónde estoy llamando. - Aha!...no se preocupe, esto es sencillo. Tenemos algunas opciones para que Usted disponga de personas que se harán pasar por sus amigos en la ocasión que prefiera. Puede utilizarlos para su cump

Nochebuena con amigos (1)

Todos los que pueden asegurar que me conocen, saben que para la nochebuena del año pasado, había decidido pasarla con unos amigos imaginarios que me los venía inventando hacía ya un largo tiempo. Realmente eran unos amigos perfectos, aparecían en el momento más oportuno y desaparecían el resto del tiempo. Entonces qué mejor que pasar las fiestas con ellos, ya que era muy oportuno que se prestasen a compartir la nochebuena conmigo. Los preparativos fueron, por cierto, mucho más sencillos que en otros años y sobre todo mucho más económicos. Esa noche llegó como cada año, un 24 de diciembre infernal en estas latitudes, en las que los 32ºC sólo se vieron disminuidos frente a una sensación térmica de 37,3ºC. Todo fue sobre rieles al preparar la cena, la bebida y un mantel con estampas “merry christmas”, los platos ordenados según se me fue dando y mi plato en la cabecera de la mesa de pino, que me compré inmensa en un ataque de sociabilidad que se disipó prontamente. En verdad todo iba de m

Por todo aquello

¿Cuál es el lugar que hoy te cobija? ¿Qué estarás haciendo ahora con tu vida? Mi buena compañera de otros veranos, bébete uno de éstos besos mios y cuando puedas perdonarme, hazlo por todo aquello. No he conseguido olvidar ni tu cara con sueños, ni esos años con sueños. Extensos y singulares años en los que serviste en mi boca la mejor parte de tu vida. Donde estés y sea lo que sea que hagas, espero que haya algo que te ayude a recibir éste pedido y éste beso. Inspirado en TEP

Hoy, 25 de Diciembre

Hoy mi departamento huele a tabaco como las manos de las habaneras que sueñan con una revolución más fácil y cruzan sus destinos delgados como los dedos de un artrósico que se empeña en decirme alguna cosa desde la vidriera del bar de enfrente. Hoy mi departamento sabe a pollo frito a tomate cortado, a zanahoria rallada, a mostaza en sobre, a ajo quemado, a huevo duro y al deseo de tu perfume que de seguro te habrás puesto para encantar una reunión, de agradables, que no se celebra en mi mesa de pino. Hoy mi departamento se ha bebido el sol que por la ventana se colaba con mil rayos para convertirlo en un caldero de siesta donde ninguna sopa se cocina a fuego lento, donde ningún banquete se anuncia presto para saciar el hambre de ningún comensal. Y yo sólo, bebo vino blanco que nada aclara. Hoy mi departamento suena a músicas y canciones de las simples cosas que por complejo me he empeñado en aprender, imitando diecisiete voces del alma, aun a costa de mis vecinos que descorchan botell

50000 pájaros de un tiro

- Evidentemente el show de anoche fue un espectáculo vampírico. En apariencias ambos artistas se desangraban de gozo, derroche de talento y correspondida alegría frente a unas decenas de miles de personas, pero en realidad sólo se nutrían. Cuando todo terminó no pude sino observar la cara de todos. Detrás de un halo de júbilo había mucha palidez. Mucha. Yo mismo me sentía como consumido. No podía expresar la alegría que se suponía. Llegué a mis soledades para luchar con un sueño que ofrecía una resistencia inaudita. Hoy me levanté bastante tarde y atento a una impronta, que no hacía su aparición, no pude hallar palabras que dieran crédito o reprodujeran las sensaciones que, anoche mismo, se me habían disparado tan efervescentemente. Pensé mucho en todos y en el vacío extraño por el cual no podrán expresar su experiencia. Luego de sortear algunos agobios y cumplir con las rutinas del caso diario, de pronto, vino a mi esta idea. - Sabina y Serrat me han cenado anoche, a mi y muchos miles

Octa vió...

Meyta, Traum, Sogno, Rêve & Sueño. Corto Realizado Por Agustin Moroni y Octavio Mazzoni Poseído por tantas puertas, tantas rejas a la fe, tantos árboles folllados, tantos escalones en su descenso, tantas fotos de desechables, tantos veredas que se angostan, tantas quietudes inquietantes, tantos pasos a ninguna parte, quedó atado a un cuchillo crucificado que, por alguna razón, debió ensuciarse apenas con su sangre.

Igual que ahora

Ese dolor que duele cada vez asi como lo no perenne, como la piedra oculta que no se deforma con ningun viento que despeina valles igual que ahora. Ese gesto que ningún actor practica como lo inexpresable, como lo innecesario que todos saben y no recuerdan de momento en momento, mientras tanto, pero igual que ahora. Ese término ausente en el diccionario como lo indecible, como lo inaudito que no incluye porvenir y sólo resuena en el vacío de una necesidad igual que ahora. ¿Desde dónde me habrás llamado?. Esperaré el coraje de tocar tu puerta en todo este espacio que dejan las ausencias que a veces llegan igual que ahora.

Residuos

Esto me sirve sin dudas para adivinar la vida en el rostro de cada uno de los que pasan. Para practicar una invitación a escuchar alguna música a esa mujer que parece estar pensando como yo. Para hablar en voz alta y gritar los versos de un poema que prometo no escribir para no ponerme a su merced. Para volver a excusarme sobre las heridas revueltas e infectas por las que supuro pasado y fracasos. Para caminar por las calles sucias y mirar las piernas de las mujeres que desaparecen en los portales oscuros. Para comer a deshora y sin mantel sobre una mesa poblada de libros ilegibles y botellas vacías de aguas malditas. Todo el tiempo que abarca la soledad que abarca todo mi tiempo, me sirve, sin dudas, para conservar la cordura y no arrojarme al abismo de la bolsa donde terminan mis residuos inútiles.

Otro domingo

Después de caminar por la ciudad consumada en cien mil edificios invisibles y atravesar esa avenida despintada por diez mil autos útiles cada hora y mil árboles inútiles cada día he terminado en una plaza desierta hablando con un borracho que cuenta como balbuceando rezos, los cien proyectos con los que malogro su vida por dios y sobre el atardecer me pregunto diez veces porqué no he podido estar en una casa nuestra contigo, un domingo más.

Oferta

Una lluvia muda sobre el mar sediento. Una promesa de cielo limpio después de una noche. Una fresca brisa con sol para descansar del agobio. Una amarra para pensar en lo que nos haya embarcado. Una fuente de atención a sus inquietas decisiones. Una hoguera crepitando las horas de frío. Una voz de alivio para clamar su convicción. Una sonrisa a solas para reproducir sus olores. Una tibieza real para despertar de un sueño. Todo sólo para que me acompañe, usted señora, a evitar los silencios de mi cama sin besos.

Día y noche

Y llegará el día y al alba de un viejo remordimiento, que como un absurdo defecto te deja a expensas de nadie y de todos modos, serás atrapada en un grito callado, en un silencio sin formas, en un eco interno de mil remembranzas como un pensamiento obcecado que vuelve y vuelve y termina en el extremo de una verdad que se inventa a si misma y como a ti misma y por ti misma desmenuzada en esquirlas de sabidurías que confirman que eres la vida y eres la nada y eres el abandono de un vicio jamás a voluntad del cuerpo que implora un minuto más de lo que ocurrirá de cualquier modo y por lo que sea. Y llegará la noche en que la mirada de la muerte sea de tus ojos la atención y atravesarás la calle entre coches fúnebres, entre carrozas de carnavales negros, para sentarte en mi portal antes de un instante nada más, después de una vida nada menos y bajaré las escaleras, que ascendí en mis búsquedas de días y sombras y esperanzas y sabré cuán profundo es el camino de vuelta, sin senderos de alusi

Presagio

Ocurrirá un día sin prisas, con una luz celeste y fresca sobre los párpados con un sol amanecido que despierte o mate con cristales que encierren la calle humosa. Despertaremos de una vez y para siempre en el abrigo suave de un sueño final y la sombra nos dejara a solas llenando la habitación de un cielo enorme. Desde los peldaños nos aclamaran voces sin rostros indiferentes ni ojos ciegos y no necesitaremos abandonar las sábanas del alba de ayer para desandar las tareas. Habrá abierta una ventana hacia todo y los recuerdos serán como grumos de imágenes plasmadas como cicatrices de tiempos que se quemaron sin poder ser de otra forma. Estaremos tranquilos para entender con calma que únicamente la resignación de la tierra tiene sustancia de paz malograda y sabia por el empeño de no morir cada noche y nacer cada día. Nos desalojaran de las manos supinas las caricias negadas y los amores adeudados y de los pies tendidos, los pasos inhibidos y en el horizonte un paseo lapidario sobre el vie

Por temor

Llegué hasta donde mis pasos no eran impedidos por el desdén. Sucedió estar parado frente al peligro de realizar lo que íntimamente reservaba a las ilusiones auténticas y a las ingenuidades. Tomé un cuchillo de lengua ancha y corté las sogas que sostenían el puente. Olí el caer de los maderos. Oí el crujido de su llanto. Frente a sus ojos el abismo. Frente a mis ojos la calma. En el tiempo de ausencias y silencios desplegó sus alas y se acercó para continuar conversando de aquello. En mi, una duda: -Qué debo hacer cuando su voz trabaja en mi cuerpo?.

Cenizas

Cuando logró ser los ojos que no poseo observó lo que para mi era negado. Cuando necesité escucharlo sin indigencia fue silencio absoluto y negación insalvable. Cuando debimos ser lo que anhelábamos nos estallaron las manos sin estrecharnos. Luego ráfagas de silencios incesantes y más soledad en el abandono de la vida. Luego el fuego devorando la presencia y las cenizas al viento del olvido.

Fuera de casa

Sentado en la cama de un cuarto de hotel, que ampara el vestigio de incontables cuerpos, estoy solo. Sólo con un pensamiento que adivina que alguien estuvo antes en esa misma cama de ese mismo cuarto de ese mismo hotel solo y pensando que hubo alguien antes en un compás similar también solo.

Cuarenta y uno

Hoy es mi cumpleaños número cuarenta y uno, según reza una partida de nacimiento del 5 de noviembre de 1966 que no tengo en mi poder. Les ahorro la lectura de todas las cursilerías, conclusiones, reflexiones y otra serie de banalidades que se me ocurren y que empañan lo que en verdad quisiera escribir. Por lo tanto, me doy por saludado y les agradezco.

Hastío

Recorrí el pueblo de mi adolescencia con la mirada inyectada de islas de sauces y de un río que no ríe y de calles calladas en la prisa de la siesta. Era enero de verano penetrante y el sol que partía la tierra craquelaba el patio de la casa sin refugio para un perro de lengua interminable. La espesura del aire se cortaba con los chillidos de unos niños vecinos que se empeñaban en eludir tardíamente el chorro de agua de una manguera serpenteante. Laura dormía sus magias eróticas meciéndose en una hamaca a la sombra de un paraíso que apenas la salvaba de un infierno de cuarenta y dos grados. Me detuve frente a ella para mirarla conté las cuentas de mis celos y mi sudor, saboreé la saliva de mi sed insaciable y caminé hasta la estación del Mitre. Me subí al tren sin boleto de ida o vuelta para sentarme junto a una gorda sofocada que sostenía un pañuelo hace tiempo empapado por gotas anteriores a las de su frente. Padecí varios veranos con eneros de soles polvorientos y sombras de nada, a

Desgano

Salí apenas atardeciendo el sábado, para encontrarme con una colorada de tetas rosas y grandes como toda la pantalla de mi computadora. Al menos así se veían en el eme-ese-ene. Al llegar al bar que chorreaba soledades, noté que la colorada era enorme como mi desconsideración, por lo que me permití seguir de largo, desandando la vereda contaminada de baldosas flojas e imaginando a la colorada esperándome hasta la impaciencia. La noche me sabe a desgano entrando en la cuenta de los libros que no he leído, pensando en los besos sin destino que se me antojan, hurgando entre las caras que escupe la noche, dimensionando el fracaso expreso en mis bolsillos, ensayando seducciones tímidas en el vacío, alterando la última razón de mis tardanzas, repasando la lista de los que no visitaría, ignorando la lista de los que no me recibirían, conformándome con nada menos. Como siempre, terminé perdido en las periferias de una noche que se anunció como rebaño de diversiones pero que me devolvió alejado

Un grito. (Frustración)

"El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror, antes de caer vencido." - Baudelaire Ha pasado con prisa por su pasado de olvido y cruzado los bosques de los símbolos sin adquirir estigma mayor a la muerte que por fin dará fin a su tragedia. Ha ocupado el cuerpo equivocado y tratado de persuadir una mente inútil sin siquiera pensar en los acertijos confusos con los que trató de evadir miradas. Ha conservado por días una carta sin abrir deseando que lo que allí se haya dicho deje de enfermar a su mortal corazón atravesado por idénticas pesadillas. Ha lamentado las conquistas acaloradas de toda aquella mujer que se atrevió a saltar el cerco para acercar la velada en la que cuidadosamente cultivó sus furias. Ha alimentado con pobrezas sus miserias hechas de desaciertos en el progreso del tiempo que se alimenta de la vida que no se subleva a una razón a corto plazo. Ha entendido que también es perfume el que desprenden las flores recónditas aunque no

Una pausa

     Nuestra memoria de emociones ya cuenta con un vasto antecedente. Recreo, en este espacio temporal de ausencia, algunos de los sonidos de tu sonrisa celebrando una ocurrencia significativa que no tenía evidencias en mis historias. El olor de tu perfume decora mis sentidos en las largas charlas, y como una especie de bálsamo encantador hace que te hable con atrevimiento y desvergüenza, y responda, sin sustento mayor que la improvisación, algunas de tus formas de escudriñarme con el afán de elucidar esa forma de ser de la que me desprenderé en la misma confesión.      Puedo notar aquí y allí la niebla de algunas dudas y misterios que espesaron el ambiente con discusiones de sostén. Algunas partidas involuntarias e invitaciones a dejar, sin más, tus espacios despojándome de quién sabe qué liturgia de placer. También algunas ganas de irme aún cuando quedarme era lo oportuno. De crear un anecdotario no debería faltar un minuto de silencio y un duelo sentido para las lágrimas nuestras qu

Raza 1210

"No hay maravillas en las mentes. Ambicionar solo lo que maraville termina por ahogarnos en los indicios de lo que dejamos correr bajo los puentes desde donde nadie puede brebar y el agua que se va no se detiene en las cuentas de ninguna saciedad." Y los hijos de mi tierra fueron salvándose ya que no hubo qué, ni quién, los termine de aniquilar y sus historias se mezclaron con un destino inesperado pues aquello que sus fe les deparaban terminó por anunciarse y por ejecutarse fatalmente. Y la matriz de la tierra siguió pariéndolos, como gestos de negación, como si cada tragedia no bastara para atestiguar la propia barbarie de los viejos hombres que cruzaron el mar, imponiendo sus desesperanzas sangrientas y sus insatisfacciones interminables. Y cada hombre muerto de mi pueblo se antojó semilla y vientre y desde tal evidencia gesta y late marcando los pulsos que daran ritmo a la marcha de nuevos llantos sobre la misma tierra que finalmente, en algún tiempo sin mediaciones, dará

Memoria y vida

     Sin hacer mucho caso de la convocatoria, la gente se movía como si una única voluntad las dirigiera, así como las marionetas de un enorme circo infantil, iban o venían pero siguiendo un compás, un guión, un único sentido. Feriantes, mercachifles, choripaneros, oportunistas, músicos, militantes políticos y otros como yo, solitarios involuntarios, se movían por el predio. La autonomía les bastaba para hablar de cosas que nadie podía escuchar, ni yo que los observaba podía elucidar algo más que el murmullo general.      El lugar es agradable pero retiene el grito conmovido de algunos dolores indescifrables que ya no se escuchan, pero que vibran desde el suelo que a todos nos sostenía. Desde los pies de cada uno trepaba hasta la razón el eco de aquellos dolores que generaban las manos de la injusticia y la desidia enorme, de los verdugos autores de la década infame que no supimos evitar y que debemos disponernos a llevar como una marca imborrable, un estigma.      Lo que nos sucedió

Ocho números

La mayor parte de la mañana desfiló ante sus ojos negros, que miraban la lluvia arañar el cristal y un viento maléfico que soplaba fuerte y rápido despeinando el paisaje del día. Su máquina de escribir estaba muda como una tumba y el papel estaba blanco como piel de vida ausente, como el lomo de una nube por el que se deja adivinar el sol. Tenía que escribir unas palabras que no encontraba oportunas y que no dejaban ser escritas con tinta de lluvia, ni detrás de una ventana empañada de angustia, ni encima de una verdad sin ánimo. Se acercó al teléfono, marcó ocho números se arrinconó sobre si misma y dictó, a mi oído, su despedida, luego cavó un pozo en la tierra blanda donde enterró la hoja en blanco y las palabras mudas de aquel octubre gris.

Naufragio

Navego mis dolores descarnados capitaneando una nave de miserias, que monta olas de rumores y cae en un pozo y contra una espina de piedra tiesa. No tengo el coraje de dormir donde los vientos nocturnos silban y donde mi alma se arrastra para ocupar desganada, este corazón calamitoso e infame. En los cajones del infortunio yace el vestido perdido de la mujer que debí haber amado, y que no recuerdo, y un desierto arenoso y un destierro de ánimo. La luz pudre el fruto de mis pasiones embotellando las gotas del paisaje de un cuerpo alejado de mi, muy alejado por el que rompí un mapa de deseos y un silencio. Se me antojó una mujer que gritó lo que quería solo para y por si misma, desde donde estaba esculpida en fracasos y donde no supe llegar por ignorante y tonto. No puedo culparla por completo, culparla sería otra de mis mentiras, otra dosis del veneno de las serpientes que trazan huellas caprichosas en mi negación. Debo irme a la lluvia, a la intemperie que deshilará una desgracia de si

Crónica de ayer

Cansado ya del silencio superficial, soportando pensamientos que lo atormentaron y que nunca le pertenecieron, se obligó a ejecutar tres disparos en su sien. Ha intentado alcanzar una comprensión a través del pensamiento ejercitado sin lograr de ninguna forma evitar sentirse parte de la miseria colectiva. Lo que evitó ser se le escurrió por el ánimo y las iras cotidianas accionaron sus dosis de incontinencia y dudas y ataques intencionados contra otras humanidades. A su alrededor y aún más lejos nada pudo ser modificado y en las calles de cualquier vecindad una sexagenaria asesinó a su sicario. Al mismo tiempo, en un cyberkiosco, un niño de diez años que jugaba al Counter Stryke como un poseso, tuvo la última visión de su propia sangre estallando en la pantalla del ordenador, ya que doscientos pesos no fueron suficientes para que siga con vida. No tuvo oportunidad de salvación y como todos, fue afectado por las bestias más íntimas, esas que de un momento a otro dominan por no creer en

Desolado

Como un libro mojado en los maderos de un banco mojado de una plaza desarbolada y recién llovida. Como la voz agitada en el auricular de un teléfono público al que alguien llamó demandando atención. Como la pluma de paloma en la alcantarilla de una boca de tormenta a la que un taxi empuja con su turba hacia el vacío. Como el carromato de circo que quedó abandonado en un baldío después de siete funciones en la ilusión de un niño. Como el borracho dormido en el portal de una tienda de frazadas borracho por la condición de dormirse en alguna parte. Como el sol de la mañana que alumbra generoso la piel de una anciana que ya no despertó abandonándose en su cama. Si así me sintiera esta noche estaría desolado como el cielo ennegrecido al que la luna ausente abandonó sin despedidas.

Mejor ni hablar

- Te vi así y allí y no me atreví a acercarme, sólo porque no llevaba suficiente dinero y porque quizás no querrías hablar conmigo de lo que te sucedía. Ahora aquí te escribo para ver si logro borrarme esta visión que no me permite dormir. Borrar también este deseo irrefrenable por tus piernas.

Como cada día

Mezclado en un mazo de cartas de palos por la espalda, me arrincono en un cono donde no pululan moscas como ángeles. Los restos de sal en un paquete de snack y la cerveza caliente, me recuerdan que me he quedado dormido en las vísperas de una borrachera precoz. Probablemente he muerto ya hace algún tiempo y estoy, ahora mismo, resucitándome con la tozudez que adquirí a fuerza de tragarme los caprichos que no hallaban a quién incomodar. Tras la pared los albañiles insisten en romper a martillazos, la obra de días anteriores, en un afán de no superación, que me destroza los nervios y me empuja en puteadas por la ventana de mi cabecera, suicidándome contra el asfalto de la cara ignorante de quién no comprende mi intención, ni mi reclamo, ni la ira ferina que me controla por haberme despertado con casi una hora menos de descanso y una hora mas de sol, que me perfora los ojos. La sensación que me produce encontrarme con mi perro, que jamás atina a devorarme la mano con que lo aparto camino

Intento

Parado, casi abandonado en malezas de cuerpo baldío. Desganado, casi persuadido por veraces arreglos de mentiras. Sumido, casi equívoco en memoria silenciosa de sustento. Cegado, casi convencido por ojos de nadie menos maldicho. Abnegado, casi obtuso en aguda hipocresía visionaria y rala. Desollado, casi descarnado por negados y procaces enemigos. Descontrolado, casi negado al concierto nocturno de luna conjurada. Despejado, casi lúcido en lucido amor decomisado. Mareado, casi vuelto en ruedas de bocas atareadas. Abocado, casi preciso por un afan desmedido de ansiedad. Asustado, casi manipulado en redes de negaciones previstas. Excedido, casi derramado en perdido rincón de ninguna infancia. Atrapado, casi encendido como leña de alma mojada y lánguida. Espejado, casi visto en las mediaciones del estoicismo impuesto. Encontrado, casi reconocido en desiertos de diminutas sombras. Depredado, casi extinto en corazón de manos ambulantes. Caído, casi desarticulado en mensajes mudos como marea

Me pregunto

Qué es sino un árbol crecido despojado de su verde follaje o el mensaje en la botella que se estrella en las rocas o el resumen escueto de una historia de años tras años o la sensatez de merecer unas caricias más dedicadas o la madera rota del naufragio, en mares inhóspitos o la estela del viento que concluye con la ilusión o el insomnio mío que nadie puebla con existires o la espesura del placer en las propias manos o la mirada sobre ningún hombro inmediato o el querido amor de quien uno quisiera o la estirpe silenciosa de una condena o el llanto que logra mojar la camisa o la plaza de los anónimos cercanos o la tranquila inquietud actual o la luz seca del desgano o la mar de penas. Qué es la soledad, sino la misma soledad que presagian mis preguntas.

Migajas

Perdido en pensamientos posteriores no logro encontrarme en aquello que anhelaba se me cuela por entre los dedos como arena fina, como soplos de vientos que no secan mis lagrimas, como olvidos de recuerdos que no llegaron a ser, una motivación que no llega a concretarse. Es vago por esto, este despojo que siento solo por un supuesto gozo, una conquista, o el abordaje de una idea que haga de esto una obra contemplable, una referencia para elucidar el motivo que me empuja a este precipicio que se engulle mis impulsos. Mi búsqueda es frenética, los ruidos que distorsionan mi conciencia me mutilan, y en el intento de vivir esto como una concepción, me pierdo en pieles de calor relativo, de olores presuntos, de estímulos tardíos y en la cuenta de las migajas que tengo para dar otra promesa como cumplida. "Gracias Ale I., por darme tu mano para sortear estos obstáculos. Gustavo."

Instantánea

Por entre la ventana y la cortina veo un taxista arrodillado que espía la mueca roja del demonio. Apenas lejos se escucha el sopor de la vías del ferrocarril sonámbulo agobiado por llevar solo perennes vidas. Las venas de la urbe insana es un colectivo de puñales, que agita el ánimo de trashumantes. La fachada de la casa de enfrente me evoca sentires sombríos y anarquistas por un grafiti atemporal. Mi pueblo de rebeldías truncadas duerme su siesta sin sueños ni utopías para cambiar de una vez y para mejor. Tiendo en silencio un puente de desánimo, desde mi refugio de sorpresas, con ésta tos tabaquica que clamo y que moviliza mi cuerpo con estertores, imponiéndome una difonía que accalla mi propia rebelión, por causa o culpa de un amor que no halla un lugar en mis olvidos.

Matriz

Porque siendo lo único gravitante que inició mi grave vida me desangro por tu dolor minuto tras minuto. Yo que sufrí y sufrí desmedro con el niño que mataste contra mi espalda desmedidamente, cuando extirpaste el brote de su tallo ya sin guía. Yo que sufrí el frío y la intemperie y el desconcierto temprano y la necesidad descubierta y la impotencia de la ignorancia y el resquemor de penas no demandadas y la humillación de la larga espera. Yo que incrementé el despojo de todo cuanto amara y la pérdida y así y sin más que enfermo o insomne como tantas veces o sólo susceptible a todas las miserias de la especie, me rodeé de soledades confiables. Yo que a veces he bregado con fantasmas intimos que poblaron mi lenta retracción insobornable; cómo no desangrarme piel adentro al percibir tu demacrada imagen por años de errores mujer madre de mis años tristes cuyos labios, resecos por la culpa, a veces le extendieron a mis lágrimas, una sonrisa. Las mismas lágrimas que riegan la impotencia de v

Almanaques

Razón de mente y alma y músculos gimiendo y un mártir madero esperándome mientras la margarita permite deshojarse sin piedad y asumiendo de cara al eterno recuerdo días de carencias que proveían carencias algunas veces sin almuerzo, otras sin cena jamas ambas y siempre con la duda de turno para honor y horror de aquella visión sobre un deseo visceral que engorde mi osamenta tres litros diarios de aguas bravas de manantiales insípidos, pescado, camote y matecocido. Es el fin último que detiene mis pasos que siembra y cosecha mi antológica verdad inutil, mi extensa piel empalidecida y fría como precarias primulas lívidas de nostalgias, como la tonta luna de divino marco negro que noche a noche deja con gusto sus cómodas posaderas marinas para los marinos y sus escarpadas alcobas para los serranos; pero para siempre o nunca segun sea el caso de mi ocaso, mi noche oscura. Trémulo a los cien años que hielan los huesos inutiles e inservibles como la sangre del cuerpo inherte por causa u omis

Recuerdos y olvidos

Todo se puede descubrir justo ahí, donde se oculta la molienda del descuido. En ese rincón o en el sitio tieso de la costumbre, subsiste aquello capaz de vivir sin morir para siempre si uno las observa. Entre el cuerpo y el alma se escapa la realidad, pero entre el alma del cuerpo y el alma hay un agua densa de calmas, un agua que atrapa y arropa un espejo sin corazón. Un agua y un espejo que no hacen sino buscarse, por intuición, sin conocerse, sin estimarse. Quedan siempre las imágenes, instantáneas sólo de apariencias que no pueden ser movimientos, sino el tono espectral apto para un entierro, de quien cerró los ojos a la luz y como una hoja que va y viene, de un rincón a otro, de otro hacia un rincón propio, tal como la vimos una vez y de nuevo, en vano, la evocamos. Como se evocan sueños que insisten en vivir al margen de los sueños, como la piedra inherte que involuntaria puede existir sin deseos. Ya se sabe que el contexto no desaparece por voltearse visionario en el pasado guar

El pan de arena

Si tan sólo fuera así, nada más que un sueño de amor sobre las cabezas, si tan sólo así. Así como rasgos creados para ciertos rostros. Así como la voz muda, que arremete hundiendo su puñal en nuestros cuerpos como esponjas de violencia. Si tan sólo fuera igual a tus piernas de intimidad de vaivenes que atrapan mi celo. A tus muslos amados, nunca jamás en duelo de banquetes. A tus ojos que no miran antes de ser sacrificados por mi deseo. Pero augurado amor, no están solos los gozosos dormidos. Solo está el hastío con su cruel lengua de chacal insensible. Y está el pan de harina de piedras que se hace con penas de labios y con manos contraídas, y con dolor de ausencia. Y está la piel preparada para anidar a salvajes, inocentes de sus culpas. Y la profunda mente del delirio arrojado ante la puerta del amor, profundamente. Y es elucidado el fuego interno de las esculturas moldeadas con tu cuerpo. Y la pertenencia de las horas que se encausan en huídas frágiles como ríos de aguas sin destin

Sabremos

A sales, a plumas, a bocanadas de nieblas en el frío, a calores propios y energías del otro, a saberes incógnitos e ignorancias desconocidas. Al fin, el principio, a errores inestimables en el vaticinio de la infamia familiar, de la arrogancia sobre lo acordado y lo olvidado nuevamente. Al asimétrico sabor de la desidia, al acalorado discurso del culpable, al argumento infame, a la envidia de quién deseé para si nuestros aciertos. Sabremos así, encontrarnos en nuestras soledades. Sabremos así, amarnos a mares.

Inmoral

Inaceptable es aquello que otros se permiten, como adivinando los deseos de nuestra vergüenza, con ese desparpajo anormal e inmoral del mural de los rojos de la propia roja sangre, que vemos desde la ventana de la propia inconsistencia.

Atreverse

Entonces me contarás tus nanas una y otra vez como una niña, que muestra su primer herida, a quien la mire más de un instante atento. Vibrarás con ganas contenidas, desearas el deseo de desearme como la ultima vez, la próxima. Como la próxima vez, la última que me lo pidas. Entenderás de tanto repetir, el sinsentido sentido de sentir aun, el duelo final y el olvido, para antojarte de mis manos prestas. El instante que renueva su permanencia, nos dará permisos para permitirnos y aceptar el uno en el otro regenerado, lo que gusta ahora, lo que seremos. Nos convertiremos, mutaremos, y aquellos que no enloquecen nunca no atinarán sino a juicios predecibles por los juicios que con desdén omitiremos.

La cena fría

Muerto de miedo como un niño que recibirá su castigo solo por no saber aun, cuánto y cómo se paga por un error, me niego a llegar a tu lado porque se que aún huelo a su piel y sus favores. En verdad no quise hacerlo, pero su voz…, pero su sonrisa y sus ojos de fuego me tentaron a su calor de entrañas. A saber, sigo siempre errando por mis ignorancias y este deseo terrible de conocer o descubrir algo que me modifique para siempre, esta curiosidad que me embriaga y me domina, hace que vea en cada cosa que desconozco la posibilidad de entender una sola razón. Esa misma razón que me servirá para todo y para cada cosa. Juro que entré a ese bar sólo para demorarme un poco, unos minutos, los que un café o los que una copa y allí estaba su sonrisa, como esperándome, desde quién sabe cuándo. Ajeno a mi timidez me acerqué a ella y sin más le pedí el favor de besarla. Accedió. Ni mi comportamiento, ni su resultado tenían registros en mi memoria. Le hablé, luego del beso, largo rato, y ella reía c

El señor sea contigo

Prometo que no he estado un martes por la noche en una iglesia. Casi nunca he estado en una, solo alguna que otra vez entré con el objeto de encontrar allí a aquella que por entonces me permitía tocar su manos, besar adolescentemente su boca y poco más, aunque mucho menos, de lo que mi deseo especulaba. Nunca entendí el objeto de la fé, ni siquiera ahora que persuadido por varios inexplicables me despeño por los acantilados de la razón. Casi con capricho insustentable, casi con desdén, casi sin argumentos, más que le certeza de alguna ingenuidad que preserva una inmadurez necesaria hasta la misma muerte. Solo soy un hombre desparejo que busca un grito, una manifestación indiscutible del dolor con el que atravieso mis suertes, mis muertes y mis fuertes. Desoigo, descreo, desestimo a la vez que, me involucro cada vez mas cada vez, con lo que desde el fluir interno de mis broncas más procaces procuro, y prometo, y proyecto sobre serias desilusiones y vagas interpretaciones de un pensamie