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Mostrando entradas de enero, 2008

Quemando las horas

He llegado a dormir con tantos fantasmas que hasta mi colchón se quedó sin sábana. He llegado a dormir con tantos silencios que hasta mi radio se quedo sin habla. He llegado a dormir con tantas sombras que hasta mi ventana se quedó sin alba. He llegado a dormir con tantos sueños que hasta mi locura se ocultó en la cordura. He llegado a dormir ninguna noche como ésta que hasta puedo sentir tu aliento quemando las horas en las que a veces te imaginé.

Sobre lo bajo

Sobre tu piel el errático repaso de mis manos Bajo mis manos la flagrante entrega de tu ser Sobre tu boca la mímica indescifrable de mis labios Bajo mis labios la inquieta cuenta de tu ábaco de miel Sobre las horas la impaciente calma de la ingnorancia Bajo las sombras el filo de tu voz cortando mi cordura Sobre la noche la luz desvanecida como humo de reproche Bajo las sábanas la incógnita resuelta de mi próximo temor

No hay fronteras

He quedado entrampado en una idea que no puedo debatir. Quizás haya conseguido un pensamiento global, un pensamiento absoluto, un no pensamiento. Puedo en éste estado hacer casi cualquier cosa. Transformarme en cualquier tipo de persona. Tener un objetivo para incumplir. Romper las naipes para no barajar de nuevo. Volverme obvio y tenaz y elocuente. Antojarme del coraje de decir y decir decir. No tengo con quién debatir sobre esta idea, porque nadie se ha detenido en ella y por esto nada se sabe. He tenido una idea sobre un no pensamiento y a quien se la menciono sólo piensa en la no vida. La nada. El pensamiento es luz de nuestra especie. Sin luz no hay formas, no hay colores, no hay distancias, no hay fronteras. No es mi intención elucidar la muerte. No me importa.