Parado, casi abandonado
en malezas de cuerpo baldío.
Desganado, casi persuadido
por veraces arreglos de mentiras.
Sumido, casi equívoco
en memoria silenciosa de sustento.
Cegado, casi convencido
por ojos de nadie menos maldicho.
Abnegado, casi obtuso
en aguda hipocresía visionaria y rala.
Desollado, casi descarnado
por negados y procaces enemigos.
Descontrolado, casi negado
al concierto nocturno de luna conjurada.
Despejado, casi lúcido
en lucido amor decomisado.
Mareado, casi vuelto
en ruedas de bocas atareadas.
Abocado, casi preciso
por un afan desmedido de ansiedad.
Asustado, casi manipulado
en redes de negaciones previstas.
Excedido, casi derramado
en perdido rincón de ninguna infancia.
Atrapado, casi encendido
como leña de alma mojada y lánguida.
Espejado, casi visto
en las mediaciones del estoicismo impuesto.
Encontrado, casi reconocido
en desiertos de diminutas sombras.
Depredado, casi extinto
en corazón de manos ambulantes.
Caído, casi desarticulado
en mensajes mudos como mareas.
Engullido, casi satisfecho
por sexos de olor desamorado.
Emboscado, casi invocado
tratando de pulir frases que se inclinan.
Envenenado, casi invadido
por palabras que caminan un poco más, sin prisa.
Envejecido, casi cumplido
en años de cenizas raudas y perdidas.
Torcido, casi ausente
en el disgusto de haber estado.
Amanecido,
atardecido,
anochecido
en el intento de una razón desaprendida.
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