"El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror, antes de caer vencido." - Baudelaire
Ha pasado con prisa por su pasado de olvido
y cruzado los bosques de los símbolos
sin adquirir estigma mayor a la muerte
que por fin dará fin a su tragedia.
Ha ocupado el cuerpo equivocado y
tratado de persuadir una mente inútil
sin siquiera pensar en los acertijos
confusos con los que trató de evadir miradas.
Ha conservado por días una carta sin abrir
deseando que lo que allí se haya dicho
deje de enfermar a su mortal corazón
atravesado por idénticas pesadillas.
Ha lamentado las conquistas acaloradas
de toda aquella mujer que se atrevió
a saltar el cerco para acercar la velada
en la que cuidadosamente cultivó sus furias.
Ha alimentado con pobrezas sus miserias
hechas de desaciertos en el progreso
del tiempo que se alimenta de la vida
que no se subleva a una razón a corto plazo.
Ha entendido que también es perfume
el que desprenden las flores recónditas
aunque no supo donde encontrarlas y
tampoco tenga sentido para percibirlas.
Ha desoído el clamor de las infamias
que recitaban sus pasares y pesares
con la verdadera insolencia del necio
en el que se ha convertido por suerte.
Ha guardado un secreto doloroso
del que no pudo despojarse con el tiempo
que ha ocupado en escribir y leer
estas formas de plasmar lo que no elucida.
Ha caído en los amargos abismos de la mente
que hundida en una suprema visión
ya no le permitió ver la belleza
ante la que debió caer vencido.
Así y con tal indignidad dio por perdida
el alma del artista que se valió de su cuerpo,
gordo por la ansiedad oral de la frustración,
con el que cayo abatido sin suerte de sabiduría.
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