Por entre la ventana y la cortina
veo un taxista arrodillado que espía
la mueca roja del demonio.
Apenas lejos se escucha el sopor
de la vías del ferrocarril sonámbulo
agobiado por llevar solo perennes vidas.
Las venas de la urbe insana
es un colectivo de puñales,
que agita el ánimo de trashumantes.
La fachada de la casa de enfrente
me evoca sentires sombríos y anarquistas
por un grafiti atemporal.
Mi pueblo de rebeldías truncadas
duerme su siesta sin sueños ni utopías
para cambiar de una vez y para mejor.
Tiendo en silencio un puente de desánimo,
desde mi refugio de sorpresas,
con ésta tos tabaquica que clamo
y que moviliza mi cuerpo con estertores,
imponiéndome una difonía que accalla
mi propia rebelión, por causa o culpa
de un amor que no halla un lugar en mis olvidos.
Hoy, había que usar el "azar" y llegué a la fecha de mi cumpleaños.
ResponderEliminarTambién llegué a un poema hermoso con vías del ferrocarril y un amor que no halla lugar en el olvido. Un poema cuyos sonidos e imágenes me llevan a esa "instantánea".