Entonces me contarás tus nanas
una y otra vez como una niña,
que muestra su primer herida,
a quien la mire más de un instante atento.
Vibrarás con ganas contenidas,
desearas el deseo de desearme
como la ultima vez, la próxima.
Como la próxima vez, la última que me lo pidas.
Entenderás de tanto repetir,
el sinsentido sentido de sentir aun,
el duelo final y el olvido,
para antojarte de mis manos prestas.
El instante que renueva su permanencia,
nos dará permisos para permitirnos
y aceptar el uno en el otro regenerado,
lo que gusta ahora, lo que seremos.
Nos convertiremos, mutaremos,
y aquellos que no enloquecen nunca
no atinarán sino a juicios predecibles
por los juicios que con desdén omitiremos.
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