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El pan de arena


Si tan sólo fuera así,
nada más que un sueño de amor sobre las cabezas,
si tan sólo así.

Así como rasgos creados para ciertos rostros.
Así como la voz muda,
que arremete hundiendo su puñal
en nuestros cuerpos como esponjas de violencia.

Si tan sólo fuera igual a tus piernas
de intimidad de vaivenes que atrapan mi celo.
A tus muslos amados,
nunca jamás en duelo de banquetes.
A tus ojos que no miran
antes de ser sacrificados por mi deseo.

Pero augurado amor,
no están solos los gozosos dormidos.
Solo está el hastío
con su cruel lengua de chacal insensible.

Y está el pan de harina de piedras
que se hace con penas de labios
y con manos contraídas,
y con dolor de ausencia.

Y está la piel preparada para anidar
a salvajes, inocentes de sus culpas.

Y la profunda mente del delirio
arrojado ante la puerta del amor, profundamente.

Y es elucidado el fuego interno
de las esculturas moldeadas con tu cuerpo.

Y la pertenencia de las horas que se encausan
en huídas frágiles como ríos de aguas sin destino.

Y la bella excusa que cómo vuelo de paloma
se precipita antojadiza sobre un lecho de distracciones.

Y el sueño de cisnes de vientres de sueños,
sobre un sol que llega para demoler pieles como nubes
que caen a la tierra pero restan para seguir su marcha
hacia un inquietante trabajo sobre el mar.

Si tan sólo fuera así de dócil el paraíso,
y las naves del deseo con olor a besos,
a muecas de besos, a besos olvidados
y caricias perdidas en bolsillos vacíos.

Si tan siquiera las costas de un río que pretenden
morir unidas y de una vez por todas,
como sangres, como lluvias que anhelan
fundar otro mar sin territorios, pudieran
acercarnos en sus conquistas.

Si ya no nos quedase una causa para eludir el placer,
una causa insomne para morir mejor
como sombreros de vientos en el valle
que sólo el cielo atrapa en su vacío
alcanzándolos con ritos que nunca nos dejan
sobre el más allá, entonces,
por el desdén de credos bestiales
nos abocaremos a tragarnos de a bocados
el pan de arena, voluntariamente.


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