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Por temor


Llegué hasta donde mis pasos no eran impedidos por el desdén.

Sucedió estar parado frente al peligro
de realizar lo que íntimamente reservaba
a las ilusiones auténticas y a las ingenuidades.

Tomé un cuchillo de lengua ancha y corté
las sogas que sostenían el puente.
Olí el caer de los maderos.
Oí el crujido de su llanto.

Frente a sus ojos el abismo.
Frente a mis ojos la calma.

En el tiempo de ausencias y silencios
desplegó sus alas y se acercó
para continuar conversando de aquello.

En mi, una duda:
-Qué debo hacer cuando su voz trabaja en mi cuerpo?.

Comentarios

  1. Depende,
    ¿Es una voz resentida?
    ¿O es una voz que ha perdonado?

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  2. Es una voz que acalla mis voces y un cuerpo concavo al mio.
    Es una voz que condiciona e invita.
    No reprocha, pero no perdona.

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