Cuando logró ser los ojos que no poseo
observó lo que para mi era negado.
Cuando necesité escucharlo sin indigencia
fue silencio absoluto y negación insalvable.
Cuando debimos ser lo que anhelábamos
nos estallaron las manos sin estrecharnos.
Luego ráfagas de silencios incesantes
y más soledad en el abandono de la vida.
Luego el fuego devorando la presencia
y las cenizas al viento del olvido.
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