De izquierda a derecha: Indeciso y desconcertada. El ciego y su esposa. El infiel. La asistente social. El guardavidas.
Hace algunos años, ya no tantos ni tan pocos, habíamos tomado casi involuntariamente la costumbre de reunirnos, o más bien, de vernos a menudo. Éramos un grupo no muy grande de personas disímiles. Alguno era músico, otro cosechero, uno guardavidas, otro sólo era vago. Solía acudir un ciego y su linda esposa, un prestamista, un taxista, un sastre, un mecánico, un indeciso novio de una desconcertada, una secretaria, una enfermera, una médica, una diseñadora de interiores con un interior escabroso, una ingeniera no sé en qué, un pochoclero, un militante, una asistente social novia del sastre, un acompañante terapéutico, un psicólogo algo pesado, y creo que algún otro que ahora no recuerdo. Vaya!. Que no éramos tan pocos!.
No había una razón tangible para frecuentarnos. Entre otras cosas:
- Solíamos prestarnos cosas, sólo por el gusto al agradecimiento o al reproche.
- Compartíamos parientes para no idealizar la familia.
- Incurríamos en el despojo para evitar el apego.
- Nos cagábamos de risa, de hambre o de frío, a veces simultáneamente.
- Cocinábamos cualquier comida que vendíamos en la feria, a precio de una exagerada adulación.
- Paseábamos los perros, que no teníamos, y juntábamos las cacas en bolsitas, sólo para que huelan peor los tachos de basura.
- Nos alistábamos en campañas solidarias, aunque no entendiéramos cómo se llegaba a tal situación.
- Ordenábamos los vencimientos de los más radicales y, algunas veces, pagábamos sus cuentas.
- Tomábamos mates zurciendo medias.
- Salíamos con carros, a clasificar residuos.
- Cruzábamos las calles por las esquinas.
- Leíamos a escritores desconocidos y exagerábamos hallazgos.
- Aprendíamos canciones olvidadas para sorprender en los fogones.
- Hacíamos fogones con tubos de cartón de rollos de telas o papeles u otras cosas que se enrollan en ese tipo de tubos.
- Besábamos sin reparar en el aliento, aunque este fuese el último.
- Saludábamos animosos a los policías, sobretodo a los que iban en sus patrulleros.
- También saludábamos a desconocidos para cambiarles el día.
- Hacíamos de pacientes en salas de espera y nos inventábamos enfermedades desconocidas, para mitigar la autocompasión de los que sí esperaban ser atendidos.
- Perdíamos la impaciencia sólo después de haber perdido la paciencia.
- Entrenabamos mascotas para que nos indiquen cuándo y dónde querían comer, cagar, mear o pasear.
- Iniciábamos discusiones acaloradas en los bares y participábamos a cualquier parroquiano, pidiendo su opinión.
- Nos hacíamos los tontos, sólo algunas de las veces que nos tomaban por tontos.
- Condenábamos los prejuicios con juicios avezados.
- Concurríamos a comedores populares, acabábamos los platos y ponderábamos a la cocinera.
- Delatábamos la infidelidad, aunque eso nos convertía en infieles con el infiel.
- Nos poníamos en las colas, para escuchar los reclamos y protestas de quienes nos sucedían y precedían, luego dábamos el lugar a cualquiera que llegara.
- Leíamos los volantes y otros papeles pegados en los postes de alumbrado.
- Evitábamos tocar bocina, a menos que fuera para festejar.
- Creábamos manualidades, debatiendo cómo sistematizar su hechura.
- Festejábamos sobrevivir a los desaciertos.
- Arreglábamos ordenadores sin hacernos ver como enviados del futuro.
- Descartábamos aquello que no usábamos en seis meses.
- Nos metíamos en ríos y en líos.
- Pintábamos remeras con frases en castellano, que no entendíamos.
- Nos bastaban unos pocos minutos para enamorarnos y unas cuántas heridas para desistir.
- Aceptábamos despreocupados que no habíamos leído la mayoría de los libros que nos citaban.
- Leíamos los pronósticos climáticos, buscando algún brujo que acertara.
- Calmábamos a los que se impacientaban con las aguasvivas de la playa.
- Ofrecíamos nuestro baños a algún pordiosero, sólo para desconcertarlo.
- Aclamábamos consignas humanistas, olvidadas o dejadas de lado.
- Pirateábamos libros, música, películas y hasta obras de arte.
- Viajábamos al conurbano cuando atardecía y volvíamos después.
- Nos poníamos preservativos todas las veces, a menos que quisiéramos procrearnos.
- Jugábamos al truco para no perder la tradición.
- Partcipábamos en marchas desalineadas.
- Temíamos a las marchas alineadas.
- Avisábamos antes de traicionar.
- Contraíamos matrimonio, deudas y otras enfermedades.
Como se vé en la fotografía, no estábamos a la moda para diferenciarnos, o para destacarnos, o para hacernos los raros y porque nos resultaba caro.
La pasábamos, relativamente, bien. Nuestro mayor logro fué que un día dejamos de vernos para siempre, sin extrañarnos ni apenitas.
NOTA: Si fuiste parte de éste grupo y recordás alguna cosa que hayamos hecho y que haya olvidado enumerar, no dudes en escribirlo en un comentario. Si hubieses querido ser parte de éste grupo, no dudes en dejar un comentario con lo que te hubiese gustado hacer. En este mundo tan circular es probable que, alguna vez, volvamos a reunirnos para conspirar contra el olvido.
digamos que llegué un poco por casualidad
ResponderEliminary otro poco por curiosidad. Lo primero me trajo, y lo segundo me despertó interés...
aunque debo confesar que aún no me siento navegando en mares conocidos...me pierdo
saludos
Hola Gustavo...
ResponderEliminarRealmente escribo porque me hubiera encantado ser de este grupo de locos lindos, y si me preguntás que me hubiera gustado hacer, te respondo que todo lo que hacían, y también inventar palabras que solo nosotros entendamos, y compartir tan lindos momentos, te dejo un beso gigante, me encanta leerte, y escribirte,
Rox
Inventabamos palabras que sólo nosotros entendíamos, pero sólo por un rato. Enredada
ResponderEliminarprocurabamos considerar la alternativa (conjuntiva o disyuntiva), tren o bondi, adentro y afuera, despabilados o dormidos, hoy mañana, si o si, vos y yo. patria o muerte.
ResponderEliminarHola Gustavo
ResponderEliminargracias por tu visita a mi "hotel",
oye esto está muy bien,
bueno, recuedo que si no era este grupo pudiera ser otro donde nos hacíamos el no entendido para que la profesora de matemáticas, que estaba como un tren, (buenísima), se acercara a nostros o nos invitara a quedar a solas con ella un poco más para saciar nuestros problemas sexuales, (perdón), para resolver nuestros problemas matemáticos.
un abrazo
un placer pasar por aquí
No fui parte de ese grupo. Pero me hubiese encantado hacer aunque sea sólo cinco de esas cosas.
ResponderEliminarPucha, qué vida interesante!
Saludos.
Yo creo que si se vuelven a reunir me debían invitar y podríamos también entrenar mascotas a avisar cuando está el café listo, pero no sé si les sirva en tus latitudes.
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