Expuesto a la intemperie de mi escaso ser
me regenero en dudas e imprecisiones
que una vez más me impiden hallar
el arco imaginario por el que atravieso
algunas veces hacia el lado de la realidad
y otras veces hacia donde estoy siempre.
No hay artilugios mágicos ni magia real
sólo esta incapacidad de entender
la textura de los hechos,
el olor matricial de las visiones,
el agobiante marco del horizonte
y ésta cíclica condición que se repite.
Me urge una prisa que se arrastra
en el cuadrante de mi reloj a pilas
y no hay muro definitivo donde estrellarme
para detenerme unas rápidas horas
a contemplar a esos dos que se besan
en un instante mayor al de mis glorias.
Atravieso una vez más el pasillo
y, como cada vez, aquí me encuentro
preso de la manera que elegí para construir
una realidad que nadie reconoce ni espera,
que se obstina en barajar dificultades
y que guarda sorpresas que jamás puedo prever.
Aún así, me estimula el olor de una mujer reciente
que se escurre, que se repliega sobre sus sombras,
sobre luces que nada me develan y que sospecho
para desesperar la muerte y sus trémulas figuras
que cómo misterios, me desarman en un deseo
que postergará una vez más el desenlace conocido.
Gustavo, estoy escribiendo desde mi celu, no se q pasa con mi pc. Quería decirte gracias, decirte q me alegro de la coincidencia de tu cumple, q x algo nos encontramos, aunque solo sea para leErnos, y reconocernos en el otro. No quería dejar de leerte y escribirte, x eso estoy acá x te dejo un gran abrazo, Rox.
ResponderEliminarGustavo, solo pocos pueden deleitarse con el redescubrimiento de lo cotidiano y perderse en la explosión colorida de del olor de muna mujer.
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