Decidí marcharme para siempre
propiciando el peor recuerdo.
Una desilusión,
una estafa,
la gran mentira,
el engaño.
Empecinada en su venganza
prometió entonces,
jamás dejarme partir.
Ató a mi recuerdo el hilo sutil
del nunca otorgar mi espacio
a la continencia de otro hombre.
Vagué por mil dimensiones
intentando por fín deshacer las culpas.
Vagué por cada rincón
como un espectro condenado.
Vagué por las memorias
como quién es recordado por una traición.
Los años fueron agobiándome
y a ella el tiempo la abandonó
para los ojos de los demás.
Los emisarios no cortaron aquel hilo,
sus destrezas pudieron aun más
y la resignación a no descansar me gano.
No hay eternidad posible
si nunca comienza.
Sucederán mil muertes y estaré en ellas.
Que alguien gane
los besos que traicioné,
los que abandoné
y por esto se me permita
comenzar por fin
el tiempo sin tiempos.
Esta debe ser una de las esquinas, seguramente "la inolvidable no superada"; para quienes la transitamos.
ResponderEliminarDebo elogiar lo elocuente del texto y la precisión en las palabras.Dejan ver claramente lo conscientes que pueden ser los actos humanos y la inconsciencia de lo que pueden provocar, aún pasando por la voluntad.
Insisto en elevar mi apreciación, la de tu capacidadde describir las cosas como son,palsmado en una suerte de arte.