Creó con sus cicatrices un mapa
trazando senderos que jamás recorrería
y a tientas comenzó a caminar
en el sentido contrario.
Creó peldaños por los que no bajó
ni subió a ninguna parte
y al margen del relieve se elevó
profundamente en la gravedad del caso.
Se transformó intuitivamente
tragando con voracidad despojos de sabios
y regurguitó generosamente
verdades sin rigores torpes.
Salió saludando salud para mezclarse
sin prejuicios entre tantos otros
y no supo lidiar mansamente con los necios
de lengua larga y espejos rotos.
Los locos ausentes, repudiaron su presencia.
Los cuerdos presentes, repudiaron su ausencia.
Un día cualquiera
una bala de solemne soledad
lo mató para siempre.
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