Milena es flaquita y morocha y pequeña como la edad que no llega, como el estomago vacío y chillón y vacío. Milena tiene apenas diez años y le faltan algunos dientes perdidos que a su edad ya no son de leche tibia. Milena se despierta muy tarde para hacer la tarea o para desayunar y antes del colegio quizás pueda almorzar. Milena suele ir a un colegio por la tarde con sus ojeras flacas y no entiende lo que no puede aprender. Milena vuelve a su casa con poca merienda rica y poco juego y espera a su abuelo que anda por ahí. Milena llega a cada noche en la que busca su caja de alfajores y sale a dos por tres, entre las mesas. Milena es pequeña y sabe moverse en la noche y juguetea flaca con guardacoches que la doblan en edad. Milena es flaquita y desdentada y su sonrisa de la noche es oscura como toda la soledad absurda y la impiedad.
Habitaré tibiamente tus entrañas para salirme y volverme minúsculo, incompleto, ínfimo. Llenaré de silencio los mares, cruzaré de lado a lado la tierra. Volveré mi vista una y otra vez, para descifrarte y encontrar el canal que me devuelva. Lloraré mis dudas. Me haré más en vientres extraños, para ver el ciclo y elucidarlo. Abdicaré. La tierra me hará suyo, y me abandonará en lágrimas y sudor el agua. El viento me llevará consigo a dispersarme en otros ciclos. El fuego flameará mi olvido. GOC.