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Mostrando entradas de octubre, 2007

Un grito. (Frustración)

"El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror, antes de caer vencido." - Baudelaire Ha pasado con prisa por su pasado de olvido y cruzado los bosques de los símbolos sin adquirir estigma mayor a la muerte que por fin dará fin a su tragedia. Ha ocupado el cuerpo equivocado y tratado de persuadir una mente inútil sin siquiera pensar en los acertijos confusos con los que trató de evadir miradas. Ha conservado por días una carta sin abrir deseando que lo que allí se haya dicho deje de enfermar a su mortal corazón atravesado por idénticas pesadillas. Ha lamentado las conquistas acaloradas de toda aquella mujer que se atrevió a saltar el cerco para acercar la velada en la que cuidadosamente cultivó sus furias. Ha alimentado con pobrezas sus miserias hechas de desaciertos en el progreso del tiempo que se alimenta de la vida que no se subleva a una razón a corto plazo. Ha entendido que también es perfume el que desprenden las flores recónditas aunque no

Una pausa

     Nuestra memoria de emociones ya cuenta con un vasto antecedente. Recreo, en este espacio temporal de ausencia, algunos de los sonidos de tu sonrisa celebrando una ocurrencia significativa que no tenía evidencias en mis historias. El olor de tu perfume decora mis sentidos en las largas charlas, y como una especie de bálsamo encantador hace que te hable con atrevimiento y desvergüenza, y responda, sin sustento mayor que la improvisación, algunas de tus formas de escudriñarme con el afán de elucidar esa forma de ser de la que me desprenderé en la misma confesión.      Puedo notar aquí y allí la niebla de algunas dudas y misterios que espesaron el ambiente con discusiones de sostén. Algunas partidas involuntarias e invitaciones a dejar, sin más, tus espacios despojándome de quién sabe qué liturgia de placer. También algunas ganas de irme aún cuando quedarme era lo oportuno. De crear un anecdotario no debería faltar un minuto de silencio y un duelo sentido para las lágrimas nuestras qu

Raza 1210

"No hay maravillas en las mentes. Ambicionar solo lo que maraville termina por ahogarnos en los indicios de lo que dejamos correr bajo los puentes desde donde nadie puede brebar y el agua que se va no se detiene en las cuentas de ninguna saciedad." Y los hijos de mi tierra fueron salvándose ya que no hubo qué, ni quién, los termine de aniquilar y sus historias se mezclaron con un destino inesperado pues aquello que sus fe les deparaban terminó por anunciarse y por ejecutarse fatalmente. Y la matriz de la tierra siguió pariéndolos, como gestos de negación, como si cada tragedia no bastara para atestiguar la propia barbarie de los viejos hombres que cruzaron el mar, imponiendo sus desesperanzas sangrientas y sus insatisfacciones interminables. Y cada hombre muerto de mi pueblo se antojó semilla y vientre y desde tal evidencia gesta y late marcando los pulsos que daran ritmo a la marcha de nuevos llantos sobre la misma tierra que finalmente, en algún tiempo sin mediaciones, dará

Memoria y vida

     Sin hacer mucho caso de la convocatoria, la gente se movía como si una única voluntad las dirigiera, así como las marionetas de un enorme circo infantil, iban o venían pero siguiendo un compás, un guión, un único sentido. Feriantes, mercachifles, choripaneros, oportunistas, músicos, militantes políticos y otros como yo, solitarios involuntarios, se movían por el predio. La autonomía les bastaba para hablar de cosas que nadie podía escuchar, ni yo que los observaba podía elucidar algo más que el murmullo general.      El lugar es agradable pero retiene el grito conmovido de algunos dolores indescifrables que ya no se escuchan, pero que vibran desde el suelo que a todos nos sostenía. Desde los pies de cada uno trepaba hasta la razón el eco de aquellos dolores que generaban las manos de la injusticia y la desidia enorme, de los verdugos autores de la década infame que no supimos evitar y que debemos disponernos a llevar como una marca imborrable, un estigma.      Lo que nos sucedió

Ocho números

La mayor parte de la mañana desfiló ante sus ojos negros, que miraban la lluvia arañar el cristal y un viento maléfico que soplaba fuerte y rápido despeinando el paisaje del día. Su máquina de escribir estaba muda como una tumba y el papel estaba blanco como piel de vida ausente, como el lomo de una nube por el que se deja adivinar el sol. Tenía que escribir unas palabras que no encontraba oportunas y que no dejaban ser escritas con tinta de lluvia, ni detrás de una ventana empañada de angustia, ni encima de una verdad sin ánimo. Se acercó al teléfono, marcó ocho números se arrinconó sobre si misma y dictó, a mi oído, su despedida, luego cavó un pozo en la tierra blanda donde enterró la hoja en blanco y las palabras mudas de aquel octubre gris.

Naufragio

Navego mis dolores descarnados capitaneando una nave de miserias, que monta olas de rumores y cae en un pozo y contra una espina de piedra tiesa. No tengo el coraje de dormir donde los vientos nocturnos silban y donde mi alma se arrastra para ocupar desganada, este corazón calamitoso e infame. En los cajones del infortunio yace el vestido perdido de la mujer que debí haber amado, y que no recuerdo, y un desierto arenoso y un destierro de ánimo. La luz pudre el fruto de mis pasiones embotellando las gotas del paisaje de un cuerpo alejado de mi, muy alejado por el que rompí un mapa de deseos y un silencio. Se me antojó una mujer que gritó lo que quería solo para y por si misma, desde donde estaba esculpida en fracasos y donde no supe llegar por ignorante y tonto. No puedo culparla por completo, culparla sería otra de mis mentiras, otra dosis del veneno de las serpientes que trazan huellas caprichosas en mi negación. Debo irme a la lluvia, a la intemperie que deshilará una desgracia de si

Crónica de ayer

Cansado ya del silencio superficial, soportando pensamientos que lo atormentaron y que nunca le pertenecieron, se obligó a ejecutar tres disparos en su sien. Ha intentado alcanzar una comprensión a través del pensamiento ejercitado sin lograr de ninguna forma evitar sentirse parte de la miseria colectiva. Lo que evitó ser se le escurrió por el ánimo y las iras cotidianas accionaron sus dosis de incontinencia y dudas y ataques intencionados contra otras humanidades. A su alrededor y aún más lejos nada pudo ser modificado y en las calles de cualquier vecindad una sexagenaria asesinó a su sicario. Al mismo tiempo, en un cyberkiosco, un niño de diez años que jugaba al Counter Stryke como un poseso, tuvo la última visión de su propia sangre estallando en la pantalla del ordenador, ya que doscientos pesos no fueron suficientes para que siga con vida. No tuvo oportunidad de salvación y como todos, fue afectado por las bestias más íntimas, esas que de un momento a otro dominan por no creer en

Desolado

Como un libro mojado en los maderos de un banco mojado de una plaza desarbolada y recién llovida. Como la voz agitada en el auricular de un teléfono público al que alguien llamó demandando atención. Como la pluma de paloma en la alcantarilla de una boca de tormenta a la que un taxi empuja con su turba hacia el vacío. Como el carromato de circo que quedó abandonado en un baldío después de siete funciones en la ilusión de un niño. Como el borracho dormido en el portal de una tienda de frazadas borracho por la condición de dormirse en alguna parte. Como el sol de la mañana que alumbra generoso la piel de una anciana que ya no despertó abandonándose en su cama. Si así me sintiera esta noche estaría desolado como el cielo ennegrecido al que la luna ausente abandonó sin despedidas.

Mejor ni hablar

- Te vi así y allí y no me atreví a acercarme, sólo porque no llevaba suficiente dinero y porque quizás no querrías hablar conmigo de lo que te sucedía. Ahora aquí te escribo para ver si logro borrarme esta visión que no me permite dormir. Borrar también este deseo irrefrenable por tus piernas.

Como cada día

Mezclado en un mazo de cartas de palos por la espalda, me arrincono en un cono donde no pululan moscas como ángeles. Los restos de sal en un paquete de snack y la cerveza caliente, me recuerdan que me he quedado dormido en las vísperas de una borrachera precoz. Probablemente he muerto ya hace algún tiempo y estoy, ahora mismo, resucitándome con la tozudez que adquirí a fuerza de tragarme los caprichos que no hallaban a quién incomodar. Tras la pared los albañiles insisten en romper a martillazos, la obra de días anteriores, en un afán de no superación, que me destroza los nervios y me empuja en puteadas por la ventana de mi cabecera, suicidándome contra el asfalto de la cara ignorante de quién no comprende mi intención, ni mi reclamo, ni la ira ferina que me controla por haberme despertado con casi una hora menos de descanso y una hora mas de sol, que me perfora los ojos. La sensación que me produce encontrarme con mi perro, que jamás atina a devorarme la mano con que lo aparto camino

Intento

Parado, casi abandonado en malezas de cuerpo baldío. Desganado, casi persuadido por veraces arreglos de mentiras. Sumido, casi equívoco en memoria silenciosa de sustento. Cegado, casi convencido por ojos de nadie menos maldicho. Abnegado, casi obtuso en aguda hipocresía visionaria y rala. Desollado, casi descarnado por negados y procaces enemigos. Descontrolado, casi negado al concierto nocturno de luna conjurada. Despejado, casi lúcido en lucido amor decomisado. Mareado, casi vuelto en ruedas de bocas atareadas. Abocado, casi preciso por un afan desmedido de ansiedad. Asustado, casi manipulado en redes de negaciones previstas. Excedido, casi derramado en perdido rincón de ninguna infancia. Atrapado, casi encendido como leña de alma mojada y lánguida. Espejado, casi visto en las mediaciones del estoicismo impuesto. Encontrado, casi reconocido en desiertos de diminutas sombras. Depredado, casi extinto en corazón de manos ambulantes. Caído, casi desarticulado en mensajes mudos como marea