Hoy Buenos Aires
amaneció pequeña,
estrecha, atiborrada y fría.
Sus veredas como cintas
de cemento se escurren
bajo mi pié quebrado.
Desde una ventana
esa mujer mira
hacia mi,
hacia mi cara en la calle.
Hace frío y la pena
cuenta tantas cuentas
como la alegría
y juntas yacen
detrás de paredes
que me tienen
sin cuidado.
Un niño corto de suelas
se abraza a si mismo
y juega al fútbol
con una botella
que rueda calle abajo
y termina aplastada
por un automóvil
sin patente.
En la próxima esquina
está el café
enfriándose en la mesa
de un bar sin diarios.
No tengo dónde ir
y ella ha decidido
no esperarme.
Mi mente emite
intermitencias
y un silencio
viscoso
se apodera
de aquello
a lo que no puedo
dar importancia.
Miro la hora
en mi reloj pequeño.
Miro esta Buenos Aires pequeña
y me siento grande,
algo mayor,
cansado.
Pienso en que ya esta
siendo hora
de terminar
con este asunto.
amaneció pequeña,
estrecha, atiborrada y fría.
Sus veredas como cintas
de cemento se escurren
bajo mi pié quebrado.
Desde una ventana
esa mujer mira
hacia mi,
hacia mi cara en la calle.
Hace frío y la pena
cuenta tantas cuentas
como la alegría
y juntas yacen
detrás de paredes
que me tienen
sin cuidado.
Un niño corto de suelas
se abraza a si mismo
y juega al fútbol
con una botella
que rueda calle abajo
y termina aplastada
por un automóvil
sin patente.
En la próxima esquina
está el café
enfriándose en la mesa
de un bar sin diarios.
No tengo dónde ir
y ella ha decidido
no esperarme.
Mi mente emite
intermitencias
y un silencio
viscoso
se apodera
de aquello
a lo que no puedo
dar importancia.
Miro la hora
en mi reloj pequeño.
Miro esta Buenos Aires pequeña
y me siento grande,
algo mayor,
cansado.
Pienso en que ya esta
siendo hora
de terminar
con este asunto.
bonito poema.
ResponderEliminar"Miro esta Buenos Aires pequeña y me siento grande". Recordé a otro poeta: Cátulo Castillo, diciendo de Homero Manzi: de tanto andar sobrándole a las cosas. Que bueno haberte leído, gracias,
ResponderEliminarAlicia Pastore
Compañero, en dónde se habia metido? seguro recorriendo calles y bares sin diarios. hermoso poema. Me alegra verte de vuelta! Un abrazo
ResponderEliminarcuanta angustia amigo poeta, a veces Buenos Aires nos regala esa ensortijada mirada, nos desnuda el alma y de pronto son las cosas banales los indicios para contemplar ese alma que la ciudad dibuja al borde del amanecer...a veces yo también miro a Buenos Aires de esta manera, impía pero verdadera, a la espera de poetas con insomnio.
ResponderEliminarSaludos
Santiago Ocampos
www.elserafodelplata.blogspot.com
Odio el automóvil que aplastó la botella del niño...
ResponderEliminarY me gusta el poema.y ya extrañaba al poeta.
Hoy Bogotá esta fría, creo que jamás estará pequeña, pero si muy fría.
Un abrazo de una colombiana fea :)
Me gustó. Me paso seguido.
ResponderEliminarSaludo.
Nice poetry !!!
ResponderEliminarcarry on..
Good poetry.
ResponderEliminarIt is a very nice post. thanks for sharing!
https://www.clippingpathexclusive.com/