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Ignorancia

Ella,
parió los hijos morenos
obsequiando su vientre fértil
a él que nada sabía -ni quería-
de sus crías.

Se quedó sola y luchó
por el pan en las bocas vacías
torciendo la suerte de la pobreza
ni concebida.

Se rompió las manos
golpeando puertas en muros
sordos, inflexibles por vanidad
y desidia.

Como la más hembra
encremó su cara, tomó la cartera,
cortó su vestido de tela sombría
y recorrió la vida.

Así, con todo crió siete
críos morenos disconformes
que cambiaron a la fuerza,
su marrón estigma.

Escuchó a sus hijos
inquietos negarla y renegarla
por bronca y erectos de cambios,
partir sin mirar.

Los sintió al marcharse
pero no atinó a detenerlos.
Tenía tanto sueño como anhelos
ellos se atrevían.

Ella se echó a dormir,
tranquila por sus rebeldías.

Ellos no lo supieron,
rebeldes... cambiando sus vidas.
 

Comentarios

  1. Gustavo, la imagen es realmente fuerte pero hay pérdidas de ritmo. Quizás hayas plasmado los tropiezos que tu ánimo dá sobre la calle de estas historias y por eso los cortes.
    Me ha gustado mucho, revísalo.
    No tomes a mal esta crítica.
    Soy nuevo por aquí, seguiré leyendo y prometo volver.

    ResponderEliminar
  2. Gustavo conocí a la mujer de tu poema o a otra de las tantas que habitan nuestra tierra. mujeres que sostienen a sus hijos y estos las desprecian sin llegar nunca a conseguir que a ella le duela porque es su deseo que sus hijos se revelen al destino así como ella se reveló al suyo y logró criarlos aún a costa de su cuerpo siempre digno. qué bueno que haya alguien que le dedique unas letras! gracias!

    ResponderEliminar

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