Llegué a la estación de autoservicio, estacioné el auto frente al surtidor número tres y le puse la manguera a la boca del tanque, marcando treinta pesos en el sistema de expendio digitalizado. El aparato se puso en marcha justo cuando suena mi celular con tu llamada enojada por mi demora. El surtidor numero tres falló y la nafta comenzó a caer de la boca del tanque hacia afuera, haciendo una mancha horrible en el costado de mi auto y en el piso. La mancha se fue expandiendo y mutando hasta transformarse en un terrorista afgano que con una ametralladora empezó a fusilar a todo lo que se moviera en la estación de autoservicio, luego volvió a caer desparramada y en unos segundos surgió de la misma mancha un irakí, armado con otro fusil a repetición, que siguió ametrallando todo el lugar hasta caer desplomado sobre el charco de nafta donde se proyectaban como en una película sobre el piso, imágenes de tropas norteamericanas y otros aliados llevando paz y democracia a esas tierras en las que inadaptados hacían explotar autos bombas frente a mezquitas matando a quien estuviera al alcance. Las tropas pacificadoras impondrían la paz a cualquier precio y eso fue evidente por el alto valor del barril de petróleo en todo el mundo. Luego todo pareció calmarse por un momento, pero del charco surgió un joven palestino que abrió su chaqueta mostrando una gran cantidad de explosivos. Era muy evidente que pensaba inmolarse. El quiosquero que observaba del otro lado del blindex trató de hacer algo para evitar el suceso. Atravesó la puerta con una mano en alto y voló en mil pedazos junto con el palestino, el surtidor, mi auto y todo el lugar. La canilla del expendedor se clavo en el centro de mi pecho y por todo mi frente la sangre salía a borbotones y mis vísceras me abandonaban para siempre.
Antes de morir pensé:
...Si se salva el teléfono es probable que alguien te avise, que ya no llegaré...
Antes de morir me dije:
-Aún no matan aquí, por asuntos combustibles. Así que no seré más que una tira de morcillas.
Diferente, por cierto a lo que nos tenes acostumbrados, pero con tu marca personal, evidente, la que nos guia siempre a Necesaria...
ResponderEliminarBueno...fuerte...desesperanzado..
Un abrazo
Si eso hubiera sucedido en México, seguro también hubieran salido algunos legisladores peleándose por la privatización o no privatización de Pemex, tal vez hasta matándose.
ResponderEliminarGustavo,
ResponderEliminarRelato de novela. Reflexiones inesperadas sobre lo absurdo y lo inesperado. Finalmente la vida siempre ha sido eso.
MUY BIEN ESCRITA, PERO MUYYY FUERTE
ResponderEliminarun Abrazo
Gizz
¡Guácala! Este post me ha dejado una sensación de ardor en el pecho... he de ser honesta, está muy bien escrito, pero no es agradable, ¿cierto?
ResponderEliminar¡¡¡Excelentísimo!!!
ResponderEliminarAunque quedé un poco desconcertado con lo de la morcilla, debo decir.