Llegó con la forma de un ejercito quemando aldeas y matando niños. Los hombres fueron muertos sin oportunidades y también vejadas las mujeres murieron. No hubo ojos desolados espectando, ni voces gimientes crepitando en el fuego, ni cronistas morbosos fotografiando la barbarie, ni muerte inútil, ni afueras con libertades. Era la vida el gran suceso inexplicable. Mientras yo contaba las monedas, esas pequeñas fracciones de poder que me permitirían, otro mes, tener un techo.
Habitaré tibiamente tus entrañas para salirme y volverme minúsculo, incompleto, ínfimo. Llenaré de silencio los mares, cruzaré de lado a lado la tierra. Volveré mi vista una y otra vez, para descifrarte y encontrar el canal que me devuelva. Lloraré mis dudas. Me haré más en vientres extraños, para ver el ciclo y elucidarlo. Abdicaré. La tierra me hará suyo, y me abandonará en lágrimas y sudor el agua. El viento me llevará consigo a dispersarme en otros ciclos. El fuego flameará mi olvido. GOC.
Becket, genio... maestro y sabio
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