Perdí
en mi cama
la conciencia de mis sueños
como el melonero
que desbarranca su carro,
como el encantador
que se inyecta la serpiente,
como el pescador
en las redes del alcohol.
Abandoné
en mis letras
la razón de mis palabras
como el carpintero
recostado en el baldío,
como el pregonero
al morder su propia lengua,
como el cazador
suicidado de un disparo.
Negué
a mi suerte
el festejo de su encuentro
como el aventurero
que no sabe dónde está,
como el marinero
encallado en la bajante,
como el comediante
en su trágico final.
Vacié
los rojos deseos
de mi boca sin verbos
como la bestia
que tropieza con su huella,
como el mentiroso
devoto de sus fábulas,
como el titiritero
que amputa sus manos.
Y en esta cruzada
de mí contra mí mismo,
renegué de la vida
inútilmente,
porque en el vacío
final y oblicuo
tu mano...
tu leve mano
desparramó
en mi espalda
una caricia.
Tiempo sin beber de tus letras poeta.
ResponderEliminarQue hermoso retorno.
Nunca hay vacuidad en tus letras, siempre están plenas de sentires.
Como seguramente tu alma, nunca conoció de vacuidad
Bello, poeta, muy bello!
Besos
Gizz
Mi querida Giz, ahora sí mi poema está completo.
ResponderEliminarGracias por estar... siempre.
Pao, again sin logueame...
ResponderEliminar¿Inútilmente? Descreo que con tus dones algo que te rodee pueda terminar sin ser útil.
Otro tono, mismos recursos, exelente poema.
Te extrañaba.
Te quiero, siempre.
Éxcelente poesía, Gustavo.
ResponderEliminarSe te extrañaba.
Alicia
Pao, gracias por tu buena devolución.
ResponderEliminarYo también extrañaba este espacio.
Intentaré darle más continuidad.
Te quiero mucho.
Precioso, Gustavo. Un poema de alguien herido, pero que curiosamente, es capaz de reconciliarme con el mundo. Gracias.
ResponderEliminarjaja, me caes bien.... buena poesia
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